Lo encontramos bien, bastante sucio por fuera, con un trozo de regala despegado, y algo enmohecido por dentro, pero tan guapo como siempre.
Este barquito nuestro tiene un encanto especial.
En dos días de trabajo intenso de limpieza y pintura quedó listo para ir al agua.
La bajada fue menos estresante que la operación subida, ahora ya sabemos como trabajan Dimitris y su hijo (que por cierto siempre sonríen) y nosotros estamos también más relajados, que no es lo mismo llegar que marcharse…
Un día fondeados comprobando que todo funcionaba y ¡A NAVEGAAAAAAR! Viento de través y mar rizada ¿que más podíamos pedir?
Ahora estamos en la marina de Lefkada, reparando cuatro cosillas que había que arreglar, aprovechando la lavandería para solucionar los olores, a “barco cerrado”, de la ropa que quedó fuera de bolsas y saneando la madera a base de lija y aceite, que es muy bonita pero un auténtico “rollazo”. ¡Que bien que hicimos en poner el marinedec en la cubierta en lugar de teca, bien limpito ha quedado como el primer día!
Hace calor y aquí parece pleno verano por el ajetreo en la marina de los barcos de charter ya en marcha y el ambiente anglosajón con el que no me identifico para nada, aunque a mí todo el mundo me tome por inglesa…
Aún no han pasado 15 días desde que marchamos de La Riera y siento que estoy tan lejos…y tan cerca
